En la Antigüedad se atribuían poderes místicos a todas las superficies reflejantes, sólidas o líquidas, porque los reflejos eran considerados parte del Alma. Había grandes tabúes sobre perturbar las aguas de una Bruja que estaba haciendo scrying (adivinación sobre las superficies reflejantes) porque alterar la imagen podía dañar el Alma. También es el origen del tabú sobre romper los espejos, que ha sobrevivido hasta nuestra época, y se dice que trae siete años de mala suerte. Dañar el reflejo del Alma era la base del Mito de Narciso, usualmente malinterpretado como una fábula acerca del excesivo amor propio. Narciso no podía dejar de mirar el reflejo de su hermosa cara en el lago mágico de la Ninfa Echo, y cuando lo tocó con su mano, murió y se convirtió en las flores en el lecho del lago. Aunque en realidad, Echo era la Diosa de las Aguas-de-la-Muerte, quien esperaba pacientemente para atrapar el reflejo-alma de alguien.
Fuente:
"The Woman's Encyclopedia of Myths and Secrets" de Barbara G. Walker.
LdS del Templo