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Templo Dragón

Templo Disidente de la Tradición Nativista Correlliana, de la Religión Wicca; en el Mundo Entero

Artemisa, deambulando por caminos olvidados

Es en estos días fríos, donde la luz tenue se hace cada vez más fuerte y los bosques parecen suspirar en el crepúsculo de la tarde, que me encuentro pensando en los bordes del paisaje. Esa forma sutil que está más allá de nuestro alcance, justo fuera de nuestro toque. Esos momentos nos demoramos en el borde de un claro o cerca de un árbol caído entre los helechos. Escuchar el silencio que está lleno de ruido, una ráfaga silenciosa de sonidos inesperados que se esconden bajo las frecuencias de nuestra respiración, detrás del susurro de las hojas, burlándose de nosotros desde las copas de los árboles y la orilla del río como un amante joven.
 
Los paseos que hago suelen ir acompañados de mi pipa. Lleno de algunas hierbas recolectadas aquí o allá según la época del año (y nunca tabaco). Una hierba que encuentro que me ayuda a acercarme al borde del paisaje es Artemisa (artemisia vulgaris).
 
Una hierba atemporal utilizada por los hombres desde que tenemos historias que contar, la artemisa se menciona por su nombre en el Encanto de las Nueve Hierbas como una de las favoritas de Odin. Incluida en las hierbas desde los albores de la imprenta, la artemisa es una hierba versátil cuyos usos van desde aromatizantes de cerveza hasta tratamientos médicos. Pero encuentro que una pipa llena de artemisa es un armonizador perfecto con el paisaje natural. Tiene un leve efecto calmante que sincroniza los pensamientos con el susurro de los árboles, las conversaciones de los pájaros y la enorme descomposición del suelo del bosque.
 
Recuerda, Artemisa, lo que has revelado,
Lo que estableciste en poderosa revelación,
'El Primero' te llaman, la más antigua de las hierbas,
Tienes poder contra tres y contra treinta,
Tienes poder contra el veneno y el tiro de elfo,
Tú tener poder contra las tinieblas que recorren la tierra 
- 'El encanto de las nueve hierbas', del Lacnunga
 
Los usos enteogénicos de la artemisa se informan ya en Plinio, y en toda Europa se conoce su fama como curativo, curativo y tónico. Es en su similitud química con su primo, el ajenjo (artemisia absinthium), donde encontramos su poder. La tuyona, un ingrediente activo que afecta a los receptores cannibinoides en humanos, es el culpable responsable de gran parte del informe de actividad en la absenta, así como en la artemisa. No es de extrañar que la absenta se comercializara con el título de "el hada verde".
 
Existe una conexión bastante consciente entre el paradigma modificado de la tuyona y el folclore de esa tierra de los sidhe. La artemisa no es fuerte en lo que respecta a los enteógenos contemporáneos, pero su efecto discreto se ve desmentido por su capacidad para sintonizar los pensamientos directamente con ese campo brillante de energía con el que nos topamos en el bosque y la costa. Es una llave, capaz de abrir las puertas en el paisaje, para quienes buscan caminar del otro lado del espejo, por así decirlo.
Después de una pipa de artemisa en un día de invierno, el paisaje se abre, se revela como una grieta en el mundo. Los pájaros y los árboles contando una historia, los helechos y los hongos preparando un camino para explorar ese vasto terreno de mitos. El cielo mismo parece reír mientras te deslizas, pisadas, un ritmo de tambor golpeando la piel del mundo. Un brillo en el aire, seguido de una energía apática y un deseo de explorar.
 
Se desvanece, como todas las cosas deben hacerlo, después de un rato. Nos encontramos una vez más en este lado del seto, los sonidos del mundo nuevamente familiares y llenos de tonterías y pompa. Los susurros del bosque se han movido, buscando a otros que tropiezan en sus caminos olvidados.
 
Fuente: el ocultista esceptico

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