Astarté, la Diosa Oscura olvidada.
Una deidad femenina muy poderosa en las antiguas tradiciones. Procede directamente de la Luz: su nombre deriva de Aster, estrella de la mañana; en Fenicia se ubicó el centro principal de culto a esta diosa, era considerada también diosa del planeta Venus - “el lucero del alba”. Astarté, como Istar, era la Diosa de la Luna y del planeta Venus, era llamada por los profetas judíos “Reina de los cielos” (Meleket-has-Samaïm), y esposa del Sol, es decir, la verdadera soberana del mundo, la diosa-naturaleza. Y como reina exigía sacrificios de sus súbditos. La sangre, parte esencial para la vida, era ofrecida a la Diosa “Oscura” con la muerte de palomas y otros de los animales relacionados con ella. En todo el Mediterráneo se erigieron templos en honor de Astarté y en ellos se representa a la Diosa de diversas formas. El culto a Astarté, aunque varía en algunos detalles según los lugares, tiene como nexo de unión su relación con la sangre ya citada. Los antiguos judíos, bajo el nombre de Ascherot o Aschera, sacrificaban vidas humanas en su honor, aunque en la mayor parte de la cuenca mediterránea se utilizaba la sangre de animales para honrar la. Astarté, la Diosa-madre , es la Diosa del fuego y la luz, la señora de los astros, la Diosa de la fecundidad que incluso llegó a representarse en forma de piedra cónica, haciendo una clara alusión a un falo. Astarté pertenece a las dinastías de los grandes dioses antiguos, anteriores a las grandes religiones, y potencia la vida a través de la sabiduría. Fue la primera Diosa Oscura en relacionarse con la sangre y, porqué no, la primera diosa-vampira del mundo occidental.
Sendero de las Diosas Oscuras