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Templo Dragón

Templo Disidente de la Tradición Nativista Correlliana, de la Religión Wicca; en el Mundo Entero

Mari, La Diosa Madre

En la cultura paisa en Colombia la "Mujer-Madre" juega un papel central, ella es la que lleva las riendas en el hogar, todos los miembros de la familia sienten un cariño lírico y de respeto por la figura de la madre, ella juega un papel importante a nivel socio-cultural-antropológico, de tal manera que se formo un Matriarcado en la cultura paisa. Muy distinto a otras sociedades en Colombia y en la mayoría de lugares en el mundo, donde existe un patriarcado en casi todos los aspectos de la vida. La mujer juega un papel central en la cultura paisa.
 
La cultura paisa (Antioquia, Caldas, Risaralda, Quindío. Especialmente) desciende de la vasca. Por esto, como ocurre en la cultura vasca la "Madre-Mujer" es la que direcciona las cosas en la familia, y tiene un alto respeto social y cultural. Esto se cree es debido a sus antiquísimas creencias, donde el concepto de la Mujer es divinizado desde tiempos inmemoriales.
 
En la Mitología vasca "Mari" es la diosa principal de la mitología euskérica, siendo de las primitivas Diosas-Madre europeas la única que ha llegado hasta nuestros días. Es el personaje mítico más relevante de las tradiciones vascas, siendo la señora de todos los genios telúricos y la madre de Atarrabi y Mikelats, dos divinidades o genios, el primero signo del bien moral y el segundo del signo contrario. Esta diosa es por lo tanto neutral, simbolizando el equilibramiento de los contrarios propio de la madre tierra o Amalur.
Así lo justifica Franz-Karl Mayr:
 
"La figura mítica de Andra Mari, personificación de la Magna Terra (Ama Lur) y sus energías vitales, ofrece rasgos perentorios y reflejos quebrados de la vieja diosa Madre paleolítica y su culto. (...)"
 
Este filósofo defendió que el trasfondo arquetípico de la mitología vasca había que inscribirlo en el contexto de un Paleolítico dominado por la Gran Madre, en el que el ciclo de Mari y sus metamorfosis ofrece toda una simbología típica del contexto matriarcal-naturalista. De acuerdo con el arquetipo de la Gran Madre, esta suele encontrarse relacionada con los cultos de fertilidad, como en el caso de Mari, quien es la determinante de la fertilidad-fecundidad, la hacedora de lluvia o pedrisco, aquella de cuyas fuerzas telúricas dependen las cosechas, en el espacio y el tiempo, la vida y la muerte, la suerte (gracia) y la desgracia.
 
Así lo explican Andrés Ortiz-Osés (filósofo español, además de antropólogo y escritor aforístico) y Franz-Karl Mayr (simbólogo y mitólogo austriaco):
 
" (...) Mari no es sino la proyección mítica de una experiencia primigenia: la experiencia de la vida vivida bajo el misterio del embarazo femenino, de la alimentación y cocción femeninas, de la magia curativa de la mujer, del hogar como centro de la casa. Mari no solamente es la epifanía de Ama Lur (la Madre Tierra/Naturaleza y sus fuerzas personificadas) sino que representa el ordo natural, cuyas redes teje y desteje, en devanedera de oro, en las astas de su carnero. A esta Divinidad máxima vasca se le ofrenda simbólicamente el carnero, animal sagrado por excelencia, cargado de valores curativos y mágicos. (...) Mari representa el arquetipo matriarcal predominante en el Paleolítico (...)
"La Gran Diosa Vasca Mari es claramente el símbolo de la Vida, la Naturaleza y sus fuerzas telúricas, pero es además la diosa madre de todos los diosecillos, númenes, genios y fuerzas personificadas, preeminentemente femeninas."
 
 
Carolina Vizcaíno Bernal

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