En la oscuridad me encuentro, Gran Madre Hékate
Señora del Inframundo, la que camina de noche,
pero sé que aquí es donde debo estar para morir,
volver a nacer y así vislumbrar los misterios de la existencia.
Guíame, Oh! Protectora y Maestra!
en esta noche de Luna Negra, hasta el cruce de caminos,
dame el coraje para caminar hacia lo desconocido.
A través del viento que hace temblar el álamo y el sauce,
en el ulular de las lechuzas, en el ladrido de los perros,
tu sabiduría llega a mi corazón, Señora del umbral de Medianoche,
Yo sabré entender, sabré descifrar tu voz y lo que deseas enseñarme.
En la oscuridad estoy, Gran Madre Hékate. Poderosa Señora, Dama del Mar.
No temo porque ya me has enseñado como reconocerte en las sombras,
conduciendo mi espíritu hacia tu resplandor plateado.
Te honro, Oh! Portadora de las Llaves, Guardiana del Umbral!
Un fuego sagrado arderá para ti, brillante como la diadema que decora tus cabellos.
Gracias a el, podre disipar las tinieblas para ver de frente tu triple semblante y a mis fantasmas.
Ofrendaré flores y frutos, agua fresca e inciensos en tu nombre esta noche sin luna.
Me ofrendo a mi misma como tu hija (o) y aprendiz, como guardiana de tus misterios.
Sé que a los lejos mis hermanos te honran también,
bajo tu manto estelar nos encontramos, bajo tu cobijo y protección.
Ante la oscuridad me presento, Gran Madre Hékate, Doncella y Cazadora,
La luz de tus antorchas alumbran hasta el más recóndito lugar del alma humana,
nada queda ignoto ante ti, ya no hay nada oculto.
Confiada en tu andar de loba, sigo tus huellas en la tierra húmeda,
las noches de luna nueva son nuestro territorio ahora.
Oh! Madre de las brujas! Atávico es el sentir de mi alma hacía ti.
En este instante eterno y liminal te celebro,
esta noche vivo, muero y vuelvo a vivir junto a ti.
Recorro el laberinto, finalizo y comienzo el ciclo una vez más. ¡Hail Hékate!
Autor desconocido.