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Templo Dragón

Templo Disidente de la Tradición Nativista Correlliana, de la Religión Wicca; en el Mundo Entero

A mi madre

A MI MADRE CON CARIÑO. Q,E.D.

Los espíritus danzan en el universo,
esperando brotar como flores en este mundo,
en donde se necesita el traje de cuerpo,
para demostrar nuestra existencia los que hemos nacido,
desde ese momento iniciamos la prueba de evolución,
trascendiendo en el camino de la luz;
son obstáculos que sin saber,
nosotros mismos pedimos antes de nacer
y solo tenemos un tiempo para cumplir
y regresar a Dios.

Por eso llegaste a esta tierra,
joya preciosa, flor bonita, niña ingenua,
mujer hermosa, madre solitaria, abuela sabia.
¡Lolita! ¿Lolis?... hasta ahora sé quién te puso ese nombre,
anoche me lo dijiste en  sueño.
Fue  sentencia de un Ángel que ya sabía cuál era tu destino.
Y lo dijo con tristeza desde el cielo,
para que el viento con lamento,
le dictara en susurro a tu abuelita Otilia que te llamara Dolores.

Y desde ahí comenzó tu carga de penas…
no, no es el nombre, es el significado del dolor,
la desgracia, el sufrimiento, el choque de dos piedras
hasta que una se convierte en diamante.
Esa lucha te hizo guerrera fuerte y a la vez frágil,
mujer alegre y triste, melancólica y soñadora,
confiada y conformista, cariñosa y leal,
agresiva y sensible.

Estos sentimientos se convirtieron
en un poder bestial que heredaste a tus hijos,
para que todos juntos hasta tú,
soportáramos la prueba de soledad y sobrevivencia.
Sólo así pudimos llegar al lugar del razonamiento prematuro.
Cada uno se defendió desde su trinchera.
Esta fue nuestra primera lección de aprendizaje.

Mamá, quiero decirte, con el tiempo me di cuenta,
tus regaños eran simplemente enseñanza;
cómo la chinga que me diste por agarrar dinero ajeno,
yo no sabía que eso era robo,
desde ese día ya nunca se perdió nada.
Y así te puedo mencionar las mil formas de educarme,
con cinchos, otras con gritos o platicando
y a veces sin decir nada, solo con ejemplos.
Nunca te vi ni oí que envidiaras a alguien
o padecieras por males ajenos.

Tal vez fue por la virtud del cenzontle
que vivió dentro de ti hasta el último momento de tu vida,
esa ave hizo que desatendieras los prejuicios
que dañan con la importancia personal,
y ahí estabas iluminando el universo con tu canto,
alegrando a las flores y a las hojas gigantes de los ríos.
Tu alegría se desbordaba con danzas  de mariposa
en los salones de baile,
imaginándote en los bosques armoniosos de las montañas.

Hasta que un día se interrumpió tu canto y tu danza,
por el dolor que te causó el tirano del amor,
el macho domestico, el mujeriego mató la flor
y abandonó sin importarle tus semillas, que también eran de él.
Tu cara se transformo en angustia,
tristeza y melancolía.
Tus ojos se hicieron pequeños, perdieron su luz, su vida,

Yo te veía con preocupación,
tu comportamiento rayaba en la locura
y te la pasabas cante y cante;
Ayúdame Dios mío
Ayúdame a olvidarlo
Arráncame del alma esta pasión tan loca
Ayúdame Dios mío a tronchar este cariño que no puedo evitar.

Esa canción invadió tu razón, tu tiempo
y nunca la pudiste retirar hasta que perdiste la razón,
Sólo así te curaste del amor.

En esta última lección a tu partida,
logré descifrar los acertijos que me mostraste a través de tu existencia,
quiero pedirte perdón por no atenderlos antes.
La despedida de tu cuerpo agarrada de la muerte tuya,
detonó lo que sin darme cuenta oculté,
yo creo a mis hermanos les sucedió lo mismo,
porque al reencontrarnos, ese sentir oculto destelló por mis ojos,
como la lluvia cuando cae de repente, 
me dieron ganas de llorar, abrazarlos y decirles que los quiero mucho. 
Si ese sentimiento oculto en mi corazón hubiera salido antes,
sin reproches te lo entregaría, pero en fin, así tenía que ser la última enseñanza.

Tu comportamiento me dijo,
que las lágrimas derramadas en toda tu vida,
nos pertenecían a mí y a mis diez hermanos.
Tú nos las quitaste para hacerlas tuyas,
para que ninguno de tus hijos sufriera…
secaste nuestros ojos, te llevaste nuestros sufrimientos.
Todas las cargas de penitencia que nos tocaban resolver,
también nos las quitaste….
Te llevaste nuestros sufrimientos.
Y como el guerrero que se ofrendó para que naciera el sol, 
también así ofrendaste la vida por tus Once hijos.
Qué forma tan valiente y profunda de cumplir tu misión en este mundo.

Se terminó el día de tu vida,
reposa tu oscuridad y dale luz a tu nuevo despertar
y vuela con el orgullo del águila hacía el sol para llegar a Dios.
Nosotros te guardaremos con respeto en el recuerdo…

Despierta… despierta… despierta a tu verdadera vida.
Mientras nosotros recogemos tu sombra
y las mil flores que te acompañaron…
lo haremos con alabanzas, conchas y copal.

Autor: Don Raúl Ramírez Jurado.

14/06/2015. Levantamiento de su sombra.

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