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Templo Dragón

Templo Disidente de la Tradición Nativista Correlliana, de la Religión Wicca; en el Mundo Entero

Hécate, diosa de la noche y las sombras

Soy una la Diosa oscura desde el principio de los siglos. Dispenso mi poder y mando en las alturas resplandecientes del cielo, en las aguas profundas del mar y en los mudos llantos del infierno. Traspaso los diversos mundos, el de los vivos y el de los difuntos. Cruzo libremente de uno al otro lado. Entro y salgo. Estoy donde los caminos se cortan y hasta acompaño a los marineros a iniciar su viaje. Muchas veces mi imagen se encuentra donde se están los umbrales y fronteras. Allí me piden protección y ayuda. Todo lo que entra o sale de este mundo está a mi cuidado. También colaboro con las mujeres en los duros momentos del parto. Mis protegidos son los recién nacidos y los muertos, todos que viajan ya sea de una vida a otra o de un lugar a otro. Ayudo a los extraviados, los navegantes, los que se han perdido por alguna razón e incluso a los que ya no tienen razón, los locos. A todos ellos ampro. Algunos me ven y me temen. Otros no me ven nunca. Soy una anciana errante, protectora y dueña de todo lo que está a medio camino, de lo que no está o de, lo que está por venir a este mundo y lo que va a pasar de este mundo al otro. Algunos veneran mi imagen en las puertas de las ciudades y casas. Soy la diosa de las tierras salvajes y zonas inexploradas. La gente, temerosa de mi ira –la cual provoca pesadillas y demencia- deja frente a sus puertas - como ofrendas- corazones de pollo y un poco de miel. Algunos más devotos me hacen sacrificios de cachorros de perros, ovejas y, a veces, hasta me han sacrificado niños, realizando holocaustos para viajar con seguridad por territorios ignorados. También le rinden tributo al dios Hermes, el mensajero de los dioses y cuidador de las fronteras. Yo alejo los espíritus malignos y perturbadores. Soy la gobernadora suprema de las fronteras entre el mundo mortal y el de los espíritus, la que acaricio los largos y oscuros cabellos de la noche y converso con los muertos mientras se dirigen a su juicio final. Todos ellos, según sus méritos y pecados, siguen diferentes caminos. Soy una reina invencible. Presido las ceremonias de penitencia y purificación de las sombras para que pasen a la otra orilla limpias de sus malas acciones. Algunos que van al otro mundo me obsequian hojas del álamo negro, oscuras por una cara y claras por la otra simbolizando el límite entre los mundos. Ese cruce de caminos, me muevo como soberana
 
E. Casas.

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