Que regrese ese tiempo de caminar descalzas sobre la tierra.
Ese tiempo en el que las abuelas tatemaban ajos y chiles en lo ardiente del comal, curando nuestra respiración y ayudándonos a no enfermar.
Ese tiempo en el que escuchábamos el cantar de los pájaros y disfrutábamos el olor a tierra mojada.
Que regrese ese tiempo, cuando nuestras abuelas nos curaban el empacho y nos tronaban las anginas con alguna manteca y tomates asados a la leña.
Ese tiempo en el que la naturaleza era nuestra botica, donde nos curábamos con las plantas y las hierbas.
Que regrese ese tiempo donde todo nos era suficiente, donde la comida alcanzaba para toda una manada.
Que regrese ese tiempo, cuando los minutos era largos, los abrazos calientitos y el chocolate nuestra bebida más deseada.
Que regresen los domingos de risas y juegos en casa de los abuelos.
Los tiempos de andar en bici y jugar a las escondidas, o mojarte bajo las gotas de lluvia sin que nada asustara.
Que regresen esos tiempos del té de tila, del limón y la bugambilia, de los azahares y la canelilla.
Que regrese el tiempo en el que mirábamos
sorprendidos cómo crecían las flores, como se pintaba un ocaso.
Que regrese ese tiempo de amor y respeto, por la tierra que nos deja habitar en su regazo.
Que regrese ese tiempo de familias unidas, de abrazos y besos, de paz y descanso.
Lucrecia Astronauta