La noche del 31 de octubre al 1 de noviembre, debes de colocar en un plato castañas, una por cada miembro familiar de la casa, y dibujar en ella con un rotulador o con pintura blanca, la inicial de ese familiar (personalmente prefiero grabar la inicial). Con cada una de estas castañas vas a realizar un amuleto de la siguiente manera: deja las castañas toda la noche cubiertas por hojas de laurel (atraerán el éxito), y pon alrededor varitas de incienso de canela para que no falte el amor; sal gorda para que cargue los amuletos de poder y flores blancas o velitas para los difuntos para que nos ayuden a encontrar la luz. Pon tu intención en que este amuleto sea todo aquello que la persona que lo recibe puede desear.
Si lo prefieres, puedes meterlo todo en un saquito o pañuelo blanco, situado en el altar de ofrendas a los difuntos.
A la mañana siguiente retiramos el laurel y entregamos la castaña a sus nuevos dueños, y les dices que la tenga durante todo un año cerca de él, en el lugar donde duerme. Un cajón en la mesilla junto a la cama es una gran idea, pero permite que cada quién elija dónde poner su castaña-amuleto.
Si tiene que asistir a un juicio, examen o entrevista de trabajo, que lleve su castaña consigo. ¡El éxito está garantizado!
Autor Desconocido